Recuerdo de aquel día de diciembre la sensación placentera de ir bien abrigadito y de la mano de mi madre. Caminábamos por la plaza del pueblo cuando entramos en la que era una parada casi obligatoria “El Bazar de la Juani” aquel establecimiento que para el resto de los lugareños era “El Bazar de Alberto” pero que nosotros llamábamos así por la amistad que unía a mi madre con la chica que trabajaba allí.
Hoy, todavía cuando paso por allí, me duele ver cómo ese edificio en otro tiempo tan emblemático ya no existe y solo queda un horrible espacio vacío como si de una muela extraída se tratara y encima en pleno centro de la ciudad.
Podéis imaginar cómo sería para un niño la entrada en esa tienda en esos días cercanos a la Navidad…
Mis ojos se abrieron como platos y mi cuello se fue contorsionando para intentar abarcar toda aquella cantidad de juguetes de todas clases a cuál más apetecible: muñecos, coches, pelotas, bicicletas, construcciones, juegos de mesa… todos ellos además, con tentadores envoltorios de llamativos colores.
Juani al ver mi reacción de asombro me preguntó:
– Manolo, ¿Sabes ya qué vas a pedir a los Reyes? –
Yo después de recorrer en un rápido giro la tienda con mi dedo índice extendido lo posé sobre una pequeña y fea funda verde caqui que dejaba entrever un pequeño teclado en su interior. Aquel ‘juguete’ apenas podía vislumbrarse entre las coloridas cajas de los muñecos que lo flanqueaban pero yo lo había descubierto desde el principio.¿Un piano? – preguntó mi madre algo extrañada por mi elección.
– ¿De verdad? ¿No hay otra cosa que te guste más? – volvió a insistir.
– Realmente es una Melódica – dijo Juani.
– Es un instrumento que tiene un teclado como de piano pero en el que se sopla para hacer que suene – siguió apuntando Juani.
Mi madre se encogía de hombros e intercambiaba miradas de asombro con su amiga mientras me volvía a preguntar.Quizás te guste más este muñeco o aquel coche ¿No? –
– No, prefiero la melódica – respondí tajante.
– Vale, pues le escribes que quieres una ‘armónica’ a los Reyes –
– ¡Melódica, se llama Melódica! – subrayé su nombre que acababa de aprender.
[…]
Aquel 6 de Enero me desperté con la sorpresa de que los Reyes Magos habían atendido mi solicitud. Eso sí, mis padres y hermanas tuvieron que sufrir de lo lindo con mis primeros intentos de sacar alguna melodía al que fue mi primer instrumento.
Sin duda alguna, aquel día de diciembre del año 1980 elegí un camino que ya nunca abandoné.
Hoy me dedico a la música al igual que una de mis hermanas y mis tres hijos también están aprendiendo a tocar un instrumento.
Cuando los escucho practicar en casa me pregunto qué hubiera pasado si aquel día en la tienda de Juani yo no hubiera elegido aquella melódica.
Últimamente han disparado…